jueves, 19 de mayo de 2016

ÉTICAS DE LOS SOFISTAS, SÓCRATES Y PLATÓN






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Carmen Cifuentes

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El relativismo moral establece que no existe una moral universal, sino que las normas morales de una sociedad son diferentes a las de otra.
Por lo tanto, no podemos decir que una acción es correcta, buena o justa en sí misma, si no que depende de las condiciones, necesidades y opiniones de la persona o grupo de personas que establecen sus propias normas.
Protágoras, el sofista más importante creador de este modelo ético, estableció que hay dos tipos de relativismo moral:
el relativismo social, donde las normas se establecen en comunidad
y el radical, que es individual y cada persona tiene sus propias normas.
Celia Martínez

Daimon es una especie de duende que enlaza el mundo divino con el humano y en él, te hace ir por el camino del bien.
Daimon es la razón que llevó a Sócrates a ser un formador intelectual y moral en Atenas.
Sócrates iba por la calle haciendo preguntas a la gente con el fin de poner a prueba la razón humana y descubrir su alcance.
Este método de preguntas y respuestas es un descubrimiento de la verdad para los sujetos, porque sacan la verdad interna a la luz
y se conoce como mayéutica, el cual está directamente relacionado con el conocimiento del bien y la virtud.

Mar López


Como discípulo de Sócrates, Platón tenía en común con él muchas ideas sobre qué era la felicidad, el bien y la virtud de un hombre.
Para Platón, la felicidad de un hombre se alcanza cuando su personalidad se desarrolla completamente, cuando su alma alcanza su mayor punto de éxtasis y su vida se encuentra en bienestar general.
Para conseguir un bienestar, hay que encontrar el equilibrio entre el placer y la sabiduría, ya que hay que tener en cuenta las necesidades espirituales y corporales, sin dejar ninguna de lado. Como dijo Platón, “Aunque el intelecto sea esencial en un hombre, no es lo único que éste tiene”. Aun así, los placeres se deben satisfacer con moderación. La vida buena es aquella que encuentra este equilibrio teniendo en cuenta que esta realidad no es la mejor, ya que es una copia del mundo de las ideas.
El hombre alcanza el sumo bien con la práctica de la virtud, la cual pretende ser semejante a Dios. La virtud es un conocimiento, por lo que el hombre que hace el mal lo hace porque no conoce el bien y tan solo busca su propio bienestar, aunque no sea el indicado. Aun así, la bondad es absoluta, ya que solo lo inmutable se puede conocer completamente.
En La República, Platón nos habla de las cuatro virtudes principales: la sabiduría, el coraje, la templanza y la justicia. Su idea de justicia es la siguiente: si la justicia de una ciudad reside en que cada uno hace lo que le corresponde, la justicia de un hombre reside en que cada parte del alma haga la parte que le corresponde.
El alma, que es la fuente de sabiduría gracias a la que se conoce la virtud, es una forma de vida, por lo que nunca muere. Por eso, las personas que hacen el mal destruyen el alma, pero no la matan.

Kasia Bojanic

Según el intelectualismo socrático, la virtud no es algo que pueda ser heredado o que a uno le corresponda por pertenecer a cierta clase social, sino que es una característica que se adquiere a lo largo de la vida.
El camino seguro para obtenerla es el conocimiento, por lo tanto, se puede aprender a ser buena persona, pero para ello hay que hacer el esfuerzo de conocer el bien.

Según Sócrates, la maldad proviene de la ignorancia, pero aquellos que son malévolos pueden ser formados para ser sabios y buenos ciudadanos.

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